Porque nosotros somos el máiz

En la tierra lo único que importa es cultivar el... ¡SIIIII! Tu espacio sobre cuentos y algo más TODOS LOS HOMBRES MUEREN, MAS NO TODOS VIVEN REALMENTE -WILLIAM BRAVEHEARTH WALLACE-

Tuesday, February 20, 2007

Odisea Mexicana

Un mexicano podrá ser: gruñón, gritón, alburero, renegón, ulero, desmadrista, cantinflero, en fin, entre un sinnúmero de actitudes propias de un chicano. Pero eso sí, el fin de semana disfruta un exhaustivo descanso (además de algunos infortunios después de la gloria).
Finalmente es viernes y tienes un regreso a tu hogar después de la batalla de Troya. Despachaste demasiados documentos de quién sabe que narcotraficante, o conseguiste notas informativas que al siguiente día no serán leídas, o explicaste un tema que no entenderán tus alumnos. Total, decides tomar rumbo hacia tu casa hasta que la tripulación de la empresa te convence para desviarte hacia el país de los borrachos alegres (pero muy alegres).
La velada es agradable, puedes mentarle la madre a tu jefe (inclusive si está a tu lado), el espíritu de Cantinflas posee a toda tu tripulación, consigues hermanos, amigos, enemigos, padres, hijos, abuelos, toda una familia nueva en ese instante.
Después de convivir amenamente, miras tu celular y te enteras de que tienes 20 llamadas perdidas, y aparte es la una de la madrugada.
La alegría del lugar comienza a desaparecer, entonces comenzarás un viaje que nunca olvidarás (y que además se repetirá en la siguiente semana).
Si logras ser el único sobreviviente sobrio tomarás la responsabilidad del timón, y de entregar a los diferentes Cantinflas (ya que no sabrán donde viven).
Tu tripulación abandona la nave en varias estaciones alrededor de la ciudad, pero el peligro definitivo será esquivar a los “tamarindos” que merodean la ciudad en busca de penantes que deseen entregar una deliciosa y jugosísima manzana para acabársela a mordidas.
Con esa astucia de centinela seguirás entregando a los “compas” del trabajo. Pero uno de ellos, específicamente uno, será poseído por el espíritu de Mario Moreno Reyes, y te dará un tour por toda la ciudad.
Mientras “Mario” destroza la sintaxis del español, tú seguirás el camino para encontrar su casa, pero ese es el problema, NO sabe donde chi&#%*$ vive. Primero te dice que en un cerro, después te cuenta una maravillosa historia sobre los seres humanos, quienes crearon un muro en las vías del tren, lo cual detenía el paso para su casa.
Después de una amena conversación cantinflesca (ya que “Mario” en la cantina se infló) sigues sin encontrar la mentada casa y decides entregar a otros pasajeros, para ese momento Mario habrá dado un súper show cómico, le menta la madre a media tripulación y sigue añorando un campo de béisbol.
¡Mangos! Un tamarindo viene en su patrulla y no traes dinero para su manzanita (que se está cayendo de buena porque ya está madurita), observas dos posibilidades: salir a máxima velocidad o afrontar la mínima posibilidad de que sea uno honesto. Lo convences de que eres el conductor designado y sales libre.
Observas tu reloj y te enteras de que son las tres de la mañana, y sólo piensas en cómo evitar los gritos y reclamos de tu esposa, y lo peor será que no te dejará dormir en su cama durante una semana (y recuerda que hay una junta entre esos días). Algo aliviará tus penas, y será la idea de que tus compañeros cargarán su propia cruz de la borrachera. Le preguntas seriamente a Mario sobre la ubicación exacta de su casa, la respuesta utilizada dice algo así: (haber si se entiende) “A sí cómo no, ¿la casa verdá?, sí sí sí, mira sales ahí donde dice y giras como quien dice girando, ntoncs, agarras la tangente perpendicular oblicua ¿verdá? Porque una vez mi apá me dijo que no me fuera por ahí, ah pero cómo no, si me encontré una muchachona que hay gue… y me fui por allá, pero la otra vez me salió un perro que me dio en la madrugada y que no me la acabo, ¡La botella! Vieras que es muy buena porque, ¿y a usté le gustan las mujeres? Pos a quién no, son muy femeninas, porque se dan casos verdá en donde un hombre y una mujer, usté sabe verdá porque bueno, no hay que hablar de las situaciones como quien dice no morales…
¡Ya dime en donde queda tu casa por un demonio! (le reclamas molesto). Ya te dije que por el campo de beis (te responde).
Te diriges al campo de beis y no lo encuentras, terminas en la pradera con coyotes hambrientos a los lados. Cuando llegas a tus límites le preguntas sobre la ubicación de la cancha de beis, y al final del viaje en búsqueda del campo, resulta que el campo de beis ya valió beis.

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