Porque nosotros somos el máiz

En la tierra lo único que importa es cultivar el... ¡SIIIII! Tu espacio sobre cuentos y algo más TODOS LOS HOMBRES MUEREN, MAS NO TODOS VIVEN REALMENTE -WILLIAM BRAVEHEARTH WALLACE-

Tuesday, February 13, 2007

Mexicanos al grito de guerra

Por: Pino

Si se escucha en la calle “unidos jamás seremos vencidos” estará frente al máximo esplendor patriótico de un mexicano.
En algunas ocasiones las autoridades se aprovechan de sus privilegios como invitados de honor y se toman la libertad para llegar tarde y con distinciones, mientras los subordinados sufren los golpes de la guerra.
En estas situaciones las personas que sufren los descuidos y arbitrariedades de los altos mandos, toman su posición como mexicanos y se unen al tono de una sola voz para exigir justicia.
Todo esto se verá en situaciones de conglomerados, tales como inauguraciones, manifestaciones, juegos, filas, entre otros contextos públicos, en donde el aguante del mexicano llega a su límite, causando los inicios del grito de guerra (lo cual es un concepto complejo para analizar).
Para iniciar, un mexicano no tiene paciencia para largo rato, como quien dice, se desespera fácilmente. Cuando un mexicano se encuentra en este momento comienza a hacer cosas extrañas, tales como: observar a todos lados, mover sus manos (podría crear una obra de arte) ver el reloj por inercia (ya sin analizar la hora) voltear como si estuviera buscando a alguien, admirar tu reloj de nuevo, además de un sinnúmero de acciones que puedes experimentar.
Cuando no se puede llegar a más, un visionario desesperado comienza el movimiento de revolución. Todo inicia con un chiflido. Como un ejército motivado por William Wallace, los mexicanos se unen a la batalla en contra de la desesperación. Después el segundo lugarteniente del iniciador comienza el grito de guerra (el más ofensivo para las autoridades) dicha palabra se pronuncia así “ulero”, entonces los soldados, desconocidos entre sí se acoplan al desmadre, tu mejor amigo se encuentra a tu lado, la voz se hace escuchar más fuerte “ulero”, la intensidad de la batalla crece, “ulero”, consigues gritar todo lo que quieras, “ulero”, puedes insultar al presidente, gobernador, abogado, rector, policía, vecino, suegra, esposa, al tipo que está a tu lado, al diputado, senador, síndico, jefe, al presidente de nuevo, y a la madre del presidente (literalmente) y lo mejor de todo, es que no sufrirás ningún rasguño o castigo por esto.
Como resultado de esta intensa batalla obtienes la disculpa del encargado del evento. Mientras él le cantinflea al micrófono y a los presentes, los mismos soldados atacan personalmente al tipo éste con expresiones como “#$%che joto” “más crema para tus tacos” “$#%nga tu madre” (ésta última se ejecuta flexionando el codo hacia delante) y así se consigue la victoria propia: el desahogo del mexicano.
Otra situación igual pero diferente se observa en las manifestaciones. La discordia ante un gobernante (o quién sabe, porque casi siempre es eso) el pueblo unido no será vencido.
Tanta será la furia de los mexicanos que pueden dejar todas sus comodidades con tal de mentarle la madre al mandatario. Al igual que las pretorias romanas acampando en las afueras del imperio, los mexicanos consiguen mantas, cobijas, camisetas XXL (generalmente blancas con manchas de sudor) y crean sus propios carteles con frases como: muera el mal gobierno, vete a tu rancho, o las más actuales “Sonríe vamos a ganar, y si no ganamos fraude electoral” o “voto por voto”. Todo para lograr que se escuchen nuestras peticiones (además de impedir el libre tránsito por la ciudad y romper algunos mercados). Entonces ese grito inspirador surge de nuevo “ulero”, y comienza la revolución.
La última pero no menos importante sucede en los partidos internacionales. Si uno vio el mundial de Alemania, los jugadores no resaltaron por sus movimientos, NO. Los aficionados que viven la intensidad del fútbol se dieron a conocer, millones de mexicanos dejaron sus pertenencias, casas, trabajos, esposas, y unos cuantos miles de pesos con tal de meterle humor al partido y expresar mentadas internacionales. Y entonces viene ese grito aterrador: “ulero”, (lo mejor del caso es que no puede suceder algo porque es otro idioma).
No hay duda, si en otro países se puede contemplar una manifestación, no logra la magnitud del humor y la picardía de los mexicanos, porque nosotros SÍ le echamos crema a nuestros tacos.

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